Misántropos por naturaleza

Josema Loureiro
4 min readNov 17, 2020

“Los jóvenes de ahora adoran el lujo, son maleducados y no respetan a sus mayores. […] Ya no se levantan cuando una persona mayor entra en la habitación, contradicen a sus padres…” Esta lapidaria declaración que podríamos escuchar de cualquier anciano mientras observa un edificio en obras y sujeta un periódico enrollado en su mano derecha, pero su autor es el célebre filósofo griego Sócrates.

Se repite como un mantra. “No tienen ningún respeto, desobedecen a sus mayores, se visten peor, escuchan peor música”. Siempre lo mismo. Pero, ¿por qué?¿Por qué las nuevas generaciones son una vergüenza para las anteriores, es cierto que vayamos cada vez a peor?

La solución la tenemos en la simple a la par que inevitable condición humana. Puede costarnos entender estos hábitos en las generaciones mayores, pues es cierto que ellos también fueron en su momento adolescentes. Pero la cuestión recae en una tendencia comúnmente ligada a la madurez de edad: un comportamiento ciertamente misántropo.

La misantropía, en resumen, es la tendencia a la aversión general al género humano. En este caso, se vertebra en la crítica infundada hacia comportamientos, acciones o actitudes de las personas jóvenes: puede dirigirse hacia la música, la ropa, las nuevas tecnologías… Cualquier rasgo humano cambiante que les haga sentirse desubicados y apartados de aquellos de los que una vez formó parte.

Es cierto que, por norma, la gente de más edad tiende a exagerar y a polarizar los ámbitos que le cuesta entender, y de hecho nos puede resultar hasta gracioso y burlón en ocasiones. Pero, como resultado de la eternamente voluble condición humana, ni nosotros mismos estamos libres de caer en estos comportamientos. Llegará el día en el que un nuevo género de música nos parezca repetitivo, una forma de vestir nos parecerá cutre, los avances tecnológicos nos abrumarán…

La reacción obvia es que, debido a este extraño sentimiento, nos ocultemos en la nostalgia, en recordar nuestro pasado y entender que ese concepto de juventud es el “válido”, ya que es el que nosotros hemos vivido. Siempre ha ocurrido lo mismo, generalmente motivado por el miedo al cambio. Se dice que lo nuevo es peor, incluso peligroso: ahora es la música trap, pero antes fue el rap, el rock y el metal, la música electrónica, el swing…

El trap, como el swing en su día, te podrá o no gustar, pero suma para la música. Se enriquece de cuantas más opciones tiene y comparar géneros es injusto. Tenemos la mala costumbre de despreciar en los demás aquellas cualidades que vistas en nosotros nos enorgullecerían, y los que ahora critican un nuevo género fueron criticados en su día por escuchar el nuevo género de la época.

Criticar lo que uno ha hecho previamente es muy humano, pero no podemos, por ejemplo, decir que cierto estilo de música es mejor de forma absoluta y objetiva. Mucha gente alude a los años 70 y 80 como “los mejores para la música”, pero la situación en el momento contaba con menos consenso que en la actualidad.

Estas décadas llevaron consigo la generalización de los sintetizadores, y los ancianos y no tan ancianos apelaban a que “la buena música había muerto” porque los sonidos podían crearse de forma artificial. Thomas Bangalter, uno de los miembros de la banda francesa Daft Punk, dijo que a finales de los años 70 algunos músicos franceses exigían la prohibición de este instrumento, considerándolo perjudicial para la música. Cómo son las cosas, el sintetizador no solo no desapareció, sino que se convirtió en uno de los ejes de un nuevo estilo de música pop, el synthpop.

En estos años, algunos de los objetivos de la velada crítica a los jóvenes son los videojuegos y las nuevas tecnologías. Generalmente, se atribuye a lo primero un carácter de incitación a la violencia que “podemos ver reflejado” en videojuegos como Fall Guys, Animal Crossing, Minecraft… Os sorprenderá conocer que esto ocurrió años atrás con otras disciplinas, a las que se acusaba de estar siempre al acecho para llenar de ideas locas la mente de los jóvenes… ¿Se os ocurre algo? Sí, los libros.

En su momento fueron las películas, salir a jugar al parque o realizar actividades ajenas a la familia. Pensad en esa situación en la que estáis leyendo un libro. El que se os ocurra. La Montaña Mágica de Mann. Y se os acerca vuestro padre/madre/tutor legal y os dice: “esos libros te están dejando las neuronas chafadas, comparte algo de tiempo con tu familia”. Suena totalmente anacrónico, lo sé, pero al fin y al cabo es un peldaño más de la evolución de la especie humana.

Cuando el correo postal se normalizó y se hizo asequible para la población, se criticó duramente su uso porque “pretendía evitar mantener una bonita conversación en persona”. Esto ocurrió también cuando dimos el salto a los e-mails y a las redes sociales: “En mis tiempos nos enviábamos cartas escritas a mano y no esas tonterías de enviarse mensajes cortos sin contenido todo el día”. Y lo mismo ocurrió con otras mil disciplinas: cambiamos el caballo por el carro y después por el automóvil; cambiamos los panfletos por periódicos y estos evolucionaron a vertientes digitales, pasamos de canto gregoriano a rock, pop, rap…

Esto no servirá para que alguna gente de ciertas edades entre en razón, apoyándose en una falacia de experiencia y atacando la moral de la juventud, pero con que sirva para comprender que el pensamiento humano es menos complejo de lo que queremos pensar, ya habremos dado un paso de gigante de cara a entendernos como lo que fuimos, somos y seremos como especie.

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Josema Loureiro

Periodista rookie, curioso por naturaleza y opinador a tiempo completo.