Mamba Mentality

Josema Loureiro
3 min readJan 26, 2021

Como seguidor de los Boston Celtics, Kobe siempre me había parecido un hueso duro de roer, un tipo hecho de otra pasta, un jugador al que siempre querías ver pero al que nunca te querías enfrentar. En la época en la que los chavales de mi quinta se engancharon al baloncesto (de la mano con la mejor generación de la historia del baloncesto español) era común observar a propios y ajenos al basket portando orgullosamente la camiseta de Memphis Grizzlies, con el 16 de Pau a la espalda. Sin embargo, antes de que nuestro Pau volase a Los Angeles Lakers, en España ya había muchos enamorados de la “purple-and-gold”, generalmente con el número 24 en el pecho y en la espalda.

Recuerdo que comencé a conocer la NBA un año después de que la selección española de basket triunfase en el mundial de Japón. Era la temporada 2007–08, y, como todo niño, disfrutaba de ganar. Me encariñé con un equipo que no conocía (mi saber no iba más allá de aquellos Bulls de los 90 de los que mi padre me hablaba y de “esos de amarillo que son muy buenos”), pero que casualmente estaba haciéndolo increíblemente bien esa temporada. Un equipo del noreste que vestía de verde y tenía en sus filas a un tipo muy alto con cara de pocos amigos; efectivamente, esos Celtics de los que algunos somos nostálgicos aún. En esas finales que disputamos ante los Lakers, recuerdo hartarme de preguntar, ante la impavidez de algunos familiares, que por qué era tan bueno el 24 de los de amarillo si los mejores “éramos nosotros”. Ese 24 era Kobe, y para mí ese era el inicio de un descubrimiento.

Kobe significó mucho para muchas comunidades diferentes. Fue el faro que iluminó a los Lakers desde su temporada rookie a mediados de los 90 tras ser elegido en el draft sin ni siquiera haber pasado por College, desde el Lower Merion High School de su natal Philadelphia. Compartió equipo con Shaq en la enésima época dorada del equipo angelino, hizo una dupla letal con Pau en unos años que, como Celtic, preferiría borrar de mi memoria… Pero es imposible. Kobe también actuó de última esperanza en unos Lakers sufridores y dolorosos de ver, pero sólo por él ver un partido de los eternos rivales merecía la pena.

No sólo fue un excelso jugador, para mi gusto en el Top 3 de Escoltas de toda la historia, sino que funcionó como una suerte de elemento transgresor: La Mamba Mentality. Personalmente, este elemento fue lo que hizo que Kobe Bryant fuese un referente en todos los sentidos. Bryant era, antes que deportista, competidor. “Pueden ganarte por talento, pero nunca por trabajar más duro que tú”. Esta consigna que Kobe se repetía y demostraba noche tras noche en la pista era innegable. En palabras del propio Bryant, “durante etapas en mi vida he sentido que no sabía hacia donde iba, después de haberlo tenido todo encaminado”. En ese momento nace el apodo de Black Mamba, que Bryant abrazaba ya no como una actitud, sino como un estilo de vida. Una puerta coincidente con la del Staples Center, que le confería una serie de poderes al cruzarla y pisar el parqué del pabellón.

Fuera de lo deportivo, Kobe no fue un personaje odiado, ni mucho menos. Basta con fijarnos en LeBron James, Michael Jordan, Pau Gasol o cualquiera que haya compartido un vestuario con él rompiéndose en sinceras lágrimas cuando Kobe colgó las zapatillas en el ya lejano 2016, o con su trágica pérdida hace un año exacto. Desde su retiro, Kobe se desvivió por su familia y por la sociedad con su obra de caridad junto a su esposa Vanessa, sin hacer demasiado ruido, pero ayudando a miles de familias que lo necesitaban.

Un año después del fallecimiento de Kobe (junto a su hija Gianna y 7 personas más), el tiempo nos ha demostrado el verdadero calado de Bryant en la sociedad estadounidense. Lejos de sólo hacer feliz a los seguidores de los Lakers, Kobe se ha convertido en un icono del mundo del baloncesto, inherente a la esencia del deporte y el verdadero significado del trabajo duro. Por todo esto, GRACIAS, Kobe. “Mamba out”.

“I have nothing in common with lazy people who blame others for their lack of success. Great things come from hard work and perseverance. No excuses.” — Kobe Bryant.

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Josema Loureiro

Periodista rookie, curioso por naturaleza y opinador a tiempo completo.