El “diez”: una demarcación en peligro de extinción
Cuando hablamos de fútbol con personas de la generación de nuestros padres (convengamos, aquellos a quien el Mundial 82 y Naranjito atrapó en su más tierna infancia) no nos sorprende que nos digan que “el fútbol ha perdido magia”. Esto, lejos de lo que nos pueda parecer, no va necesariamente ligado a una visión nostálgica del fútbol de los 80 y 90 ni a un odio al “fútbol moderno”, sino que trasciende a las propias facetas del juego y tiene una base bastante interesante. Uno de los mayores alegatos en favor de ese argumento es la paulatina desaparición de un perfil futbolístico que históricamente ha estado ligado a los “jugones”: El trequartista o diez.
El diez es un perfil de mediocentro ofensivo o mediapunta con buen trato de balón, cuyo papel en el juego es la distribución de juego y el apoyo constante a las dos líneas entre las que se encuentra. Esta figura se personificó a lo largo de la historia en diferentes jugadores, como Michel Platini, Gica Hagi, Enzo Francescoli, Éric Cantona, Zinedine Zidane, Roberto Baggio, Sócrates o el propio Ronaldinho. Todos ellos son figuras legendarias, de gran importancia para el fútbol en sus respectivos países y en los clubes de los que formaron parte. Entonces, si esta posición ha sido tan importante durante las épocas doradas del deporte rey, ¿por qué no continúa estando vigente en la misma medida?
Durante las dos últimas décadas, el fútbol ha sufrido un periodo de revolución táctica que ha llevado a un profundo cambio en los esquemas futbolísticos tradicionales; si nos fijamos en los equipos punteros del viejo continente, casi ninguno (salvo honrosas excepciones) tiene perfiles similares al de los jugadores mencionados anteriormente. Si bien es cierto que el esquema 4–2–3–1 sigue siendo una tónica en el fútbol actual, el mediapunta ejerce un rol totalmente distinto: donde hace 30 años se buscaba un perfil concreto de jugador, que combinase clase, buen trato de balón y picardía, hoy el fútbol demanda perfiles muy completos que combinan ciertos rasgos del mediapunta clásico, pero que deben aportar también una base física y un mayor rigor táctico.
Sin embargo, aunque es cierto que este perfil de futbolista se encuentra en una posición bastante difícil en nuestros días, no creo que esto sea una sentencia de muerte; la prueba de ello la tenemos algunos de los talentos incipientes de estos últimos años. Uno de estos jóvenes talentos es el canterano de la UD Las Palmas, Pedri, hoy indiscutible en el esquema del Barça de Ronald Koeman. A pesar de que el entrenador neerlandés lo utiliza con cierta asiduidad en un perfil más cercano al de interior, Pedri es el caso paradigmático de un 10 “a la antigua”; no es un portento físico, pero tiene magia y sabe combinarse de forma efectiva con los jugadores que le rodean.
Pongamos este caso: Koeman se lleva un golpe en la cabeza y cambia la formación a la que nos tiene acostumbrados en favor de una 4–2–3–1, por ejemplo, como esta: Ter Stegen; Alba, Araújo, Piqué, Dest; Pjanic, De Jong; Dembélé, Pedri, Griezmann; Messi. En este esquema, Pedri funcionaría como un enganche ambivalente, esto es, apoyando tanto a los pivotes como al delantero. El perfil de Pedri favorecería una libertad de movimientos para el jugador canario, que potenciaría su capacidad creativa y aportaría (a pesar de un orden táctico más laxo) verticalidad al centro del campo.
Dicho esto, ¿es esto una opción real para el fútbol del presente y futuro? Salvo contadas excepciones, no. El fútbol está en un periodo de evolución en el que todos los perfiles están cambiando; los centrales son más férreos, los laterales y los pivotes son más físicos y hasta los delanteros más rápidos tienen una increíble preparación a nivel corporal. Esto impide en gran medida que más perfiles como Pedri o Gio Reyna lleguen a la élite del fútbol europeo, posiblemente en favor de perfiles más físicos. Se vienen años grandes para los creadores de juego, y esperemos que perfiles como los de Pedri o Reyna puedan trascender como lo hicieron en su momento Cantona o Ronaldinho.
